lunes, 13 de febrero de 2012



 Alcañiz. Inés Ramón presentó sus poemas


Los amantes de la poesía adelantaron unos días la celebración de san Valentín la noche del pasado sábado, recitando poemas en el bar Cresps.
Previamente, Inés Ramón presentó un libro suyo de poemas, compartido con Reyes Guillén, en el Liceo de Alcañiz donde las autoras leyeron diversos poemas de su obra. Poemas distintos en la forma, aunque unidos por la dureza y hasta la tragedia. En el caso de Reyes dureza explícita. Inés, una alcañizana nacida en Argentina, adorna poemas de una dureza inquietante con el juego de los simbolismos.

De su libro sólo se han editado 101 ejemplares. Es la característica de la colección. Según su editor sólo hay 100 lectores de poesía y edita uno más, por si acaso alguien se apunta.

La presentación del libro estuvo flanqueada por la actuación del grupo de música Massey's Sullivan que son unos bajoaragoneses que interpretan música irlandesa.

El público, que llenó la sala disfrutó con la puesta en escena musical y poética, muy bien cuidada.

domingo, 12 de febrero de 2012

Un paseo por Valderrobres

Una de nuestras socias, Marina Garcia ha creado el blog Paseo por Valderrobres. El cual, esta compuesto por fotos desde una perspectiva intimista de la autora. Su interés por la fotografía acompañada de su visión creativa la ha llevado a dar origen a este espacio para exponer su obra.

viernes, 10 de febrero de 2012






 

La poetisa Inés Ramón, residente en Alcañiz y colaboradora en el apartado de opinión de este diario, presenta mañana sábado su libro “Circular a veces”, un poemario que comparte autoría con Reyes Guillén.
En estilos distintos, ambas autoras tratan temas semejantes, como la muerte, la nada o el sin sentido.
La presentación tendrá lugar a las ocho de la tarde en el Liceo de la calle Mayor de Alcañiz. A las once de la noche, la asociación literaria a la que pertenece Inés Ramón ofrecerá un recital de poesía amorosa en honor a San Valentín en la crepería del pasaje La Muralla.
A continuación incluimos el análisis que sobre el libro hace el poeta Joaquín Sánchez Vallés.

"CIRCULAR A VECES
De Inés Ramón y Reyes Guillén.

No voy a decir que es extraño que se edite un libro de poemas doble. Es decir, escrito por dos poetas distintos. Casos hay, y no me refiero a antologías, sino a poetas que juntan sus libros para hacer un solo volumen. A dos, a tres a cuatro voces…
Lo que sí voy a decir que es extraño es que un libro escrito por dos poetas, que son dos libros distintos en realidad, tenga una unidad tan grande, una identificación tal en temas, usos y procedimientos que lo podemos leer sin disonancias, como un todo perfecto, sin rupturas. Y esto es lo que ocurre, o me ha ocurrido a mí, al disfrutar de la lectura de Circular a veces, de Inés Ramón y Reyes Guillén. No es que escriban a cuatro manos: los poemas de Inés van primero y los de Reyes después. Tampoco es que se imiten, ni que se copien, ni que se reproduzcan: hay en ellas diferencias de estilo, temas y forma de las que luego hablaré. Lo que hay, creo yo, es una semejanza en la visión de la vida, un punto de vista que las hace afines, una sensibilidad común casi inaprehensible, como ese “no sé qué que quedan balbuciendo” que dijo San Juan de la Cruz. Y esto resulta maravilloso.
Maravilloso que un libro doble se lea casi como unitario. Maravilloso el regusto que los poemas dejan tras su lectura, así y todo de un cierto pesimismo; (¿pero qué poesía buena no es algo pesimista?). Y maravilloso el acierto que ha tenido Manolo Forega al unir sabiamente a dos poetas tan sabias. Aunque hablar de Forega y aciertos siempre resulte un pleonasmo.
Reconozco que, así, a bote pronto, me sorprendió el título del libro: Circular a veces. Al leer el libro, se disiparon las dudas: “circular” era adjetivo y aludía a un panteón. Así dice Reyes Guillén: “Mi casa es, a veces, / circular como un panteón”. Y termina: “Mi casa, / circular a veces, / silenciosa siempre”. Y con esto hemos llegado al meollo del libro: esa unidad de tono que hay en las dos poetas, ese pesimismo de fondo, se manifiesta allí: se trata de poemas sobre la muerte, la nada y el sinsentido, temas poéticos de especial relevancia en toda la historia de la literatura, particularmente la contemporánea. Y quiero añadir una reflexión: No es raro que un libro de poemas escoja como título un verso destacado; lo que sí es más raro es que un libro escrito por dos poetas tenga como título el verso de una de ellas nada más. Considero que el tal título está muy bien escogido y responde al asunto y demuestra la unidad esencial de los dos poemarios.
Pero basta ya de unidad y semejanza: Inés Ramón y Reyes Guillén son dos poetas, además de buenas, diferentes. Y vamos a precisar alguna de esas diferencias.
Dentro del pesimismo que en ambas se nota, Inés se decanta más hacia la nada y Reyes más hacia la muerte. Son tendencias, nada más.
Los versos de Inés Ramón cantan la nada y el vacío. Vacío que puede hallarse incluso en elementos reales, como la lluvia: así, dice: “La lluvia es ausencia / que acontece”. La lluvia como ausencia. Ausencia de un recuerdo en realidad, vacío, que acaba convirtiéndose en “esa nada / sedienta”. También en otro poema “la sombra proyecta su nada” y “aniquila / los latidos del sueño”. Este verbo, aniquilar, es muy sintomático, como si la poeta no pudiera hallar en el mundo otra cosa que un camino hacia la destrucción. El viento, otro elemental como la lluvia, “se descalza sobre las lenguas azules / del incendio”, aparece “desnudo, / volviendo a la nada, / buscando el sitio del olvido”. Como la noche, con sus pájaros que caen “y profetizan el error / del puro acabamiento tembloroso / en el olvido”.
Pájaros que, frente al sentido de libertad y gozo que suelen tener en otros poetas, en Inés Ramón son signo de extinción: “Un pájaro muerto anida en mi garganta”, dice. Y en otro poema, otra vez el viento, ahora “cicatriz de las palabras”, cuyas “ramas inmóviles, sus brazos / acogen / los últimos pájaros / del deseo”. Los últimos pájaros, como si todo estuviera condenado a la aniquilación. Hay un poema, muy interesante a mi modesto entender, en el que Inés Ramón parece desear la huida de esa nada, buscar el fresco y la alegría, y comienza diciendo: “He abierto la puerta y salgo al aire […] El sol me sigue. / Su caricia envuelve mi figura”. Por fin, se ve un atisbo de esperanza: “Tal vez […] / mi palabra se desprenda del reclamo del silencio”. Pero no hay solución: “No encuentro a nadie”, afirma. “Mejor, regreso”, decide. Y regresa a la muerte, al silencio y al olvido, al gran cero que cantó Abel Martín con la voz prestada de Antonio Machado (o tal vez viceversa).
Reyes Guillén también canta a la muerte. Pero no es la muerte-nada, sino la muerte-muerte. Quiero decir con esto que, mientras Inés es más metafórica, más metafísica incluso, Reyes es más material, más real, más visceral diríamos. De hecho, sus poemas suelen partir de lo concreto. “Mi bisabuela se cortó las venas”, dice en uno de los versos más desgarradores que he leído jamás. Para terminar el poema con una peculiar paráfrasis de Jorge Manrique: “En mi familia / las tristezas son los ríos / que van a dar al acero, / silencio que apaga el llanto. // Mar que todo consuela”. En esta visión de la muerte tenemos el poema de donde sale el título del libro, Circular a veces, que es su casa, “silenciosa siempre”, “como un panteón”; un panteón que le recuerda “que duermo sola / y que vivo sola, / sola con mis muertos”. Mis muertos: ahí tenemos lo concreto, el sentimiento vivido, lo auténtico real; no la muerte, la idea; sino mis muertos, los que están dentro de mí.
Reyes siente la muerte como algo físico, como algo terreno, como la propia tierra que ha de acogernos: “No me preguntes, tierra, / por qué te llamo” […] “En ti muy dentro / nacen las flores / y viven / las madres muertas”. Como “mis caballos”, que“huyen / de otras muertes galopan / a través de mi sangre palpitan”. Antes de que nadie se atreva a afearme la conducta, quiero dejar claro que ya sé que esos caballos también son una metáfora, más bien un símbolo. Pero ahora me interesa hacer hincapié en el adjetivo posesivo: mis, “mis caballos”, que los convierte en elementos reales, al menos realmente sentidos, caballos que galopan, transpiran y pastan. Es más, yo, personalmente, los veo pastando en el ibón de Estanés. Quien haya estado allí sabrá de lo que hablo. Porque Reyes nos habla de realidades: sus caballos, sus muertos, su casa. Y en su casa, “tengo el armario lleno de tristezas […] Tengo un fondo de armario lleno de dolor: / dolores apolillados, dolores muy llevados, / pero también algún dolor de usar y tirar. // Cuando alguien me coge de la mano / le cuento lo que no tengo, / mucho frío y un poco de dolor”. Alguien como esos hombres que nos describe en “Efímero masculino”, que se acercan y vuelven y se quieren marchar. De modo que no es raro que escriba sobre ellos: “No entiendo su espanto enfurecido, / cuando me miran y no se acercan, / cuando me miran y se van”.
Y de este no entender surge la duda, como “nube en danza sobre mi cabeza”. Pero tal duda es algo positivo, es un atisbo de esperanza, un resquicio hacia el no saber, porque ese no saber puede conducirnos por un camino u otro, mientras no elijamos. Mientras no decidamos, todo es posible, frágil y hermoso como una nube. Lo malo es decidir, que siempre lleva a lo malo. Dicho brevemente, o sea, poéticamente; o sea, con los versos de Reyes: “Nube: duda. / Decisión: / precipicio hacia el error”.
Reyes es más concreta, Inés más metafórica. Reyes más visceral e Inés más metapoética. Son diferentes, sí. Pero se leen muy bien las dos juntas. Y es que hay un tono semejante. No sólo el pesimismo. También la forma de los versos, ese verso libre que no es tan libre porque tiende a la armonía y la musicalidad, el ritmo conseguido y sostenido, con un gusto especial por la anáfora y la contención verbal.
No quiero terminar sin aludir a los versos finales de las dos poetas, muy reveladores a mi juicio de lo que he estado intentando decir. Ambas hablan de la muerte. En Reyes es la muerte de sus caballos, a los que ya hemos aludido, unos caballos que “cabalgan desbocados” y que “todavía no saben / que en la cima / otra muerte / les aguarda”. Es la muerte concreta, la de los seres que mueren. Inés, por su parte, acaba su libro así: “Y creer / que germinaba la vida / en mi palabra”. Parece que habla de la vida, pero no. Atención al pasado: germinaba; y al verbo principal: creer. “Creer que germinaba”. Es decir: no germinaba, no había tal vida, sólo era una imaginación. Es la muerte metafórica; y, además, de la palabra, del mundo metapoético en que tantas veces se mueve Inés.
Inés Ramón, Reyes Guillén: ¿qué más voy a deciros? Nada. Lo que he dicho ya: he disfrutado de un libro extraordinario, cuya lectura recomiendo a todos.
Joaquín Sánchez Vallés"

miércoles, 8 de febrero de 2012

Presentación del libro " Circular a Veces" de Inés Ramón y Reyes Guillén

Sábado 11 de febrero a las 20hs, se hará la presentación del libro " Circular a Veces" de Inés Ramón y Reyes Guillén, en el Liceo y con la participación del Grupo Musical de Música Irlandesa.